Me impactó extraordinariamente la noticia del brutal, despiadado, animalesco, atentando contra Malala Yousafzai, la niña paquistaní de catorce años a la que la salvaje dictadura talibán había obligado a convertirse, sin quererlo, en protagonista de un blog donde iba narrando su día día mientras reivindicaba el derecho de todas las niñas de su país a poder ir a la escuela.
Creo que la noticia no sólo merece una reflexión general desde el punto de vista humano sino también en lo educativo: nuestros alumnos - y a menudo también nosotros, los adultos - dan por hecho que el acceso a la educación es algo generalizado y quizás por eso a veces lo sienten como una imposición indeseable. Por eso, entre otras cosas, es necesario hacerles reflexionar sobre lo que significa poder disfrutar de ese derecho y poder hacerlo sin ninguna discriminación ni sexual ni económica ni religiosa.
Primero trabajamos la comprensión de textos con una noticia sobre el atentado y a partir de este texto, tras comentarlo en clase, pedí a mis alumnos de 2º de ESO que se metiesen en la piel de Malala y que escribiesen una página de su diario, la página que esa noche ella no había podido escribir. He aquí el resultado.
En los tiempos
que corren, de desprestigio y desvalorización de la enseñanza, no está de más
evidenciar que el acceso a la educación es la única puerta abierta a la
libertad, al progreso, a la igualdad. Aunque algunos políticos no terminen de
creérselo, Malala sí se lo cree.
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